lunes, 9 de noviembre de 2009

El cementerio



El cementerio

Adelphos, sin darse cuenta, a causa del cansancio, se había quedado dormido durante un corto periodo de tiempo. Con cuidado, asomo su cabeza por un lado de aquella capilla para observar si ese extraño personaje seguía allí sentado leyendo ese gastado libro, pero no había nadie, aquel lugar estaba completa mente vacío... -¿Donde se habría metido...?. La puerta por donde había entrado se encontraba aun abierta, así que Adelphos decidió ir hacia allí para descubrir hacia donde podría llevarle. Antes de salir observo que la vasija llena de sangre ya no reposaba en la capilla, parecía que se la hubiera llevado. Y así fue, un pequeño rastro de hilos de sangre recorrían el suelo hacia donde se marchó. Una vez hubo salido de la sala principal de la pequeña iglesia, Adelphos siguió un estrecho pasillo hasta llevarle a otra puerta que daba a la parte trasera del lugar, donde se encontraba un estrecho camino que llevaba al cementerio. Había numerosas lapidas bastante estropeadas, algunas de ellas tumbadas en el suelo como si alguien las hubiera arrancado literal mente. Apenas se distinguían los nombres de los dueños de aquellas, pero de algo si estaba seguro Adelphos... y era que esas tumbas pertenecían a los numerosos monjes que habían habitado la zona. La vegetación era escasa y muy seca, los arboles daban sensación de que tenían vida propia a pesar del aspecto que tenían... un aspecto bastante terrorífico, como si pidieran ayuda, como si sufrieran una maldición...

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